Factoría de Salazón de Pescado
Antecedentes.
Es de todos conocido la importancia que tuvo para la economía y alimentación de la población mediterránea la introducción de la industria de salazón de pescado y el garum, especie de paté realizado con las vísceras restantes, introducida a través de la colonización púnica.
Almuñécar, hacia finales del siglo V a. de C. o principios del siglo IV a. de C., fundamenta básicamente su economía en esta industria que adquirirá ampliamente fama como lo demuestran las citas en textos escritos de la antigüedad, que hacen referencia a ella alabando sus productos.
Así, las primeras menciones que encontramos, recogidas por Ateneo de Neucratis en el año 200 d. de C., proceden de Dífilo de Sinope, que vivió en el siglo IV a. de C. y nos habla acerca del conocido salazón de Sexi en Hispania.
Estrabón que vivió ya bajo el Imperio de Augusto en su obra Geografía hace referencia en dos ocasiones de la ciudad de Sexi. En la primera de ellas refiriéndose a sus salazones, nos dice que Sexi, ciudad fenicia y de la que recibe el nombre el “Salazón Sexitano” se sitúa entre Mainake y Abdera, también fenicias. Posiblemente esta información procede de fuentes anteriores a él.
Cayo Plinio Segundo recoge datos del siglo I d. de C. en su obra Naturales Historia y menciona en dos ocasiones la ciudad, aunque sólo la segunda se relaciona directamente con sus salazones y habla del colias sexitanus, pez abundante y frecuente en las costas de Sexi que se utilizaba, además del atún, para la industria del salazón bético.
El poeta Marcial, que vivió en la segunda mitad del siglo I d. de C., escribe sobre conservas y salazones famosas, mencionando a Sexi como de las más célebres de su época.
Las primeras noticias que tenemos de la localización de las factorías de salazón, que rodeaban todo el litoral sexitano, nos vienen en el año 1970 tras una campaña de excavación llevada a cabo por Manuel Sotomayor y Enrique Pareja en la finca El Majuelo, que se continuaría en 1972. Conocida la importancia de los hallazgos se inicia una investigación arqueológica continuada por un equipo dirigido por Federico Molina Fajardo, excavando la práctica totalidad de los terrenos de la mencionada finca. Una parte de los restos hallados han sido posteriormente enterrados para la ubicación del actual parque botánico.
Descripción de la factoría.
Se emplaza junto a la ladera oeste del Cerro de San Miguel donde se ubica el casco antiguo de Almuñécar, que en la antigüedad se comunicarían por un acceso escalonado, cuyos restos aún hoy pueden observarse al noreste del conjunto.
Distinguimos tres sectores bien diferenciados en la parte que permanece visible en la actualidad. El sector Sur en la antigüedad estaba limitado por un muro que corre en dirección Este a Oeste y limitaba la playa contigua en dicha época. Una puerta, posteriormente bloqueada por un cerramiento de piedra, permitía la comunicación de la factoría al mar.
Este sector estaba dedicado a las actividades administrativas y de almacén, pudiéndose observar restos de un conjunto de habitaciones rectangulares, aunque las diversas superposiciones presentan un aspecto de laberinto. Aquí a lo largo de los trabajos arqueológicos se hallaron más de 700 monedas.
El sector central conforma el núcleo principal de la factoría donde se hallan las piletas de salazón en las que se introducían los filetes de pescado en capas entremezcladas con otras de sal. Después de veintiún días el pescado, ya salado, se introducía en grandes ánforas para su transporte y venta por todo el Mediterráneo, especialmente en las ciudades de Cartago, Roma y Corinto.
A espaldas del actual puente sobre la factoría, en el sector Norte, se encuentran los restos de un posible gran tempo dedicado a la diosa Minerva. Adosado al muro Sur del templo se observa un canal por el que llegaba el agua dulce del acueducto para el lavado del pescado antes de salarlo. Sobre dicho canal quedan restos de la escalera de acceso de la calle central de la factoría a la ciudad.
Bajo la zona del templo se ha documentado la existencia del primer asentamiento fenicio del siglo VIII a. del C.
Las investigaciones arqueológicas han puesto de manifiesto que la factoría se inicia hacia final del siglo V a. de C., llegando a su apogeo en los siglos I y II d. de C., manteniendo un buen grado de producción hasta el siglo IV d. de C. en que, como en otras factorías del Mediterráneo, un sector se dedica a pequeño cementerio.
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